Sonríeme un poco más,
más lento que de costumbre;
quiero captarte en el instante
en el que se me paró el corazón
y me dejaste besarte.
y quién fuese viento en tus alas,
quién fuese alumbre
de tus ojos en llamas,
de tu pasada incertidumbre,
de tus manías inquietas,
de tus abrazos de lavanda;
que llevo detrás una lucha
de angor y decadencia,
de pérdida en pérdida
por no encontrar un sustento
que no pereciera;
y no conozco tus ventanas cerradas
ni tus momentos fugaces,
ni en qué piensas
cuando cierras los ojos,
o cuando los abres muy rápido
para no ver tus despojos;
y no conozco que guardas
en esos colchones de pana,
qué guisantes te hacen llorar;
qué sientes
cuánto te miras al espejo
y reflejas la náusea.
Pero me derrito en los misterios
si se esconden en tu pelo,
los que huelen al carmín
y al sudor de nuestros cuerpos;
no pienso huir,
me dejé la impaciencia
entre tus sabanas
mirándote dormir.
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