Tengo una daga clavada en la espalda
Que lleva tu nombre escrito
Y tus labios sellados
Y de la mano, el olvido
Tengo una daga clavada en el pecho
Que derrama lágrimas
sangre envuelta en la memoria
Y grita de rabia y de miedo
Y de la mano, desaliento
Y arroja lluvia al tiempo
Y recuerda que somos prescindibles
Que solo soy un grano de arena
tan pequeño y frágil
Que se lo lleva el viento
Y nadie lo recuerda
Sencillamente precioso
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