Le miré a lo ojos, y lo percibí. Le amaba, no había duda. Parecía tan indefenso... su rostro, cubierto de sudor pegajoso, mostraba un placer casi inhumano, realmente le gustaba la sensación.
Estaba absoluta e irrevocablemente en mis manos, podría hacer lo que quisiera con su pequeño y frágil cuerpo. Sus manos me agarraban tan fuerte que incluso me hacían daño, pero parecía no percatarse de ello. Tampoco me importaba.
En ese mísero instante me miró a los ojos, clavó su pupila en la mía. Sus grandes y expresivos ojos entrevían un cariño y una felicidad demasiado profunda como para ser verosímil.
Fue ahí, en ese momento, donde, sin ni si quiera inmutarme, me percaté de que yo también estaba en sus manos.
Y me gustó, verdaderamente fui feliz al saberlo.
- I hope you are good
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