Un mounstruo.

Bajo las cortinas llenas de sonrisas pintadas todo es más fácil. El nuevo mundo creado por mi mente es más agradable y llevadero, todo se ajusta a la medida de mis párpados, cada rincón lo he diseñado yo y es como yo querría que fuese. Mas, para mi sorpresa, sé que no es lo correcto. He de enfrentarme a la realidad llena de obstáculos y pruebas que, si fracaso, estarán dispuestas cruelmente a hacerme sufrir.

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Había una vez, en un pueblo lejano y solitario, un mounstruo que se dedicaba a martirizar a las personas que vivían allí. Les ponía dificultosas pruebas que muy pocos conseguían superar; hasta incluso en ocasiones, por culpa de los errores cometidos en las pruebas (a los que él llamaba "consecuencias de los problemas mal resueltos"), la gente moría. Aquel engendro cruel, a pesar de su maldad, se fue esparciendo por todo el mundo, y ahora, todo el planeta sufre sus ataques a los que él llama destino.

Sí, aquel mounstruo se llama realidad.

¿Por qué nadie aprecia que sin él no podríamos crecer como personas?

el dolor es necesario, al igual que la gloria.