Vivir sin sentir sería un sin sentido

"Sé el cambio que quieres ver en el mundo"


Pequeñas pinceladas literarias de rápido consumo


miércoles, 20 de julio de 2016

Memorias

Tengo la sensación
de que he malgastado demasiado tiempo
en cerrar cremalleras,
y construir pasadizos;
demasiadas veces cerrando la puerta
para no verme los ojos,
me da miedo la imagen del espejo
y mi reflejo en las miradas
porque no me reconozco.

No he tenido el valor
de apreciarme en mis cicatrices
y en mis despojos,
ni he sido capaz de quedarme contigo
porque no sabía qué quedaba de mí,
ni cómo.
Y aún me sigue sorprendiendo
cómo puede ser más fácil,
más natural y automático,
dejar de lamerse las heridas
para caer en el olvido,
y el abandono.

Tengo la sensación
de que ya no me pierdo
para encontrarme,
sino de que me encuentro conmigo:
en cada mano que me acaricia
y me hace daño,
en cada grito revenido
que me pide que despierte
de mi sueño amargo;
de que me encuentro conmigo
para perderme,
para sentirme
un antiguo extraño.

viernes, 8 de julio de 2016

Cerillas

Lo confieso, he firmado poemas sin tinta,
y he besado labios sin ansia,
y he llorado sin ganas,
y dormido sin sueño.
He prometido a Dios y a la luna
que volvería a morder unas caderas
que nunca compusieron mis bailes,
ni descompusieron mis gestos.
Le he jurado al viento
que ya jamás me enamoraría,
cuando sé de sobra que sin morir me muero.
He quemado cartas para olvidarte,
sin saber cómo borrarte de aquí adentro.

Lo confieso, de veras:
he tenido mucho miedo;
porque perderte en el olvido
significa ganar tiempo,
y perder alma;
ganar la dichosa calma,
pero helarme por dentro.

En cambio,
siempre tendré que agradecerte lo debido.
Que fueras poemas con tinta,
y besos con ansia,
y llantos con ganas,
y noches donde caer rendida
con sueño.
Contigo ni a Dios ni a la luna he prometido
morder caderas sin rabia.
No le juré al viento
que no me enamoraría,
llegó demasiado tarde
y me pilló haciéndote el amor
muy lento.
No he quemado cartas para olvidarte
porque el fuego lo dejé en tus sábanas,
y en tu cuerpo.

Y ahora que no estás
el recuerdo me pesa, me angustia,
me quema, me araña, me lleva, me aplasta;
pero sólo si alguna vez te fijaras
en el tinte de las miradas
con las que leo tus cartas,
y te pienso desnuda;
en la sonrisa apacible
que se aparece cuando acepto que te perdí;
en cómo cierro la ventana
porque no espero que la brisa te traiga.
Sabrás
que soy una hoguera en llamas,
y que necesito que me prendan fuego;
y tú has sido de esas cerillas
que no rechazaré,
que no importan las cenizas de después:
no rehusaré tu recuerdo.