Vivir sin sentir sería un sin sentido

"Sé el cambio que quieres ver en el mundo"


Pequeñas pinceladas literarias de rápido consumo


viernes, 23 de enero de 2015

Después de todo, el viento sigue siendo viento, y la marea sigue trayendo retazos de arena que acariciaban nuestros pies.
Después de todo, al final; hay cosas que sin cambiar, están bien como están. Sin que el transcurso de los hechos varíe en un ápice. Sin que la esencia del recuerdo se vea modificada, estrangulada por la niebla de los días.
Sin que las gotas de rocío limpien las lágrimas exhumadas de nuestras mejillas.
Porque son necesarias. Porque son el tinte de la creación, la mágia del despertar.
Amanecer absurdo que se enciende, luz que se extiende por mis dedos haciéndome cosquillas, revólver de incertidumbre que no cesa, que no cansa, que no deja de nacer.
¿Y ahora qué es lo que me deparas?
¿Qué incinerarás; qué clase de nueva pupila clavarás en mi entender?

viernes, 16 de enero de 2015

Te quiero por encima de mis posibilidades (Dear Marta)

A veces necesitamos que algo rompa nuestros esquemas. 
Ya lo sabes, para qué contarte que ese cristal imperecedero puede estallar en trozos diminutos con un simple gesto, una palabra cargada de fusiles inesperados.
A veces me cuesta explicarte que consigues que no se vuelva a crear otro castillo de cristal más opaco, menos frágil, más imponente y difícil de despegar. Que la ola que desborda el rubor de tus mejillas al reír, o la absurda comprensión emanando entre nosotras, resurgiendo entre frases que son algo más que frases, entre silencios de abrazos que sin serlo dan más calor; es siempre tan comprensiblemente incomprensible, tan fugaz y tan intensa, que me desbordo por las esquinas, que exploto caminando contigo por las calles de Madrid.
Y sé que tiendo a personificarlo todo, pero juraría que el brillo de nuestros ojos al conversar, esas luciérnagas que destierran sombras; se entrecruzan, se dan la mano,y buscan ese onírico paisaje que sólo nosotras sabemos dibujar. 
Y ahora lo único que deseo es que esto suene tan natural como eres, como somos. 
Como, espero, seremos. 

domingo, 11 de enero de 2015

tránsito

Hay una frase que me martillea las pesadillas haciéndoles cobrar ese tinte oscuro de realidad que desdeño. Me acosa por las noches; y se esconde en mis párpados, despeinándome las pestañas, quitándole el sitio a mis legañas. Me coge la mano y acaricia mis ideas, se adentra en los profundos surcos de mi cerebro y se apiada de la fuerza de mi voz, de la soledad de mis pensamientos más recónditos.
Cuando despierto, sólo puedo mirarme al espejo a ver si mis mejillas humedecidas avalan su esencia mortífera. Y sólo a veces estoy realmente segura de su veracidad.
Porque, querido, "tengo tus ojos ámbar tatuados en las grietas de mis lágrimas".

sábado, 10 de enero de 2015

Hola yo, ¿Cómo estás?

Hay unos ojos aguamarina que me observan desde la esquina de atrás.
Ellos creen que no me percato de su presencia, 
pero yo intuyo su tenue desvío de pupilas,
el sofoco apaciguado de sus párpados;
al fijar mi vista en su mirar.

Llevan una sonrisa incrustada en su parpadeo asincrónico; 
y se desvisten,
desgastan su labia en posar una mirada vidriosa
en el ruido de mi paso danzante al caminar,
en mi desgastada silueta cuando aparece sin llamar. 

Desde que su esencia me envuelve todo es más tangible,
todo parece incluso real.
Será que entre las lágrimas de miel 
que expulsaban la dulzura de tu imagen en mi memoria,
de mi propio recuerdo arañado por las horas;
he encontrado una perla blanca,
que mi único cuervo (yo misma) aún no ha sabido robar.

¡Vaya! qué curiosa la sorpresa,
que tiende a aparecer cuando nunca es llamada,
cuando nuestro anhelo hacia su figura
se extinguió entre el fuego de la desdicha.
¡Qué curiosa la sorpresa,
cuando resulta que esos ojos son los míos!


  

viernes, 9 de enero de 2015

Sólo

Ardía la memoria y ardían las sábanas ante el rastro de coral de tus recuerdos. Ardían sus besos, quemaban mi garganta con suspiros ahogados; mientras mi anhelo era que se desintegrara ese coágulo de sangre que presionaba mi pecho, que tenía (y tiene) tu sonrisa por bandera.
Ardía la cama a envestidas, cabalgaba al son de su voluntad desesperada, del placer infinito al ritmo de sus latidos acompasados; ardía yo en el fuego de mi desdicha.
Y fuimos polvo que se deshacía entre la pasión de nuestros ardientes suspiros. Y somos (y seremos) polvo mustio arrancado por las alas del viento, fustigado por las horas marchitas.

viernes, 2 de enero de 2015

¿Dónde estoy?

Tiene que dejar de molestarme que el mundo no sea como yo.
Que los colores del viento no sean aclamados como banderas de una patria común,
que el río no es del intenso rojo que mis ojos vislumbran,
tal vez sangro demasiado todo lo que toco,
y este mar ha acariciado tantas veces mi cuerpo,
que las fresas de tus labios envidian su color,
que las moras silvestres podrían prestarle su olor.

Tal vez el cielo no le cuenta a los demás esos cuentos,
y los rayos del sol no significan que la obra de teatro vaya a comenzar;
posiblemente ni si quiera aplaudan con la lluvia al final,
probablemente no lloren desconsoladamente,
cuando tus pasos van quedando tan atrás.
Cuando el hastío del tiempo no deja de girar.

Algo tengo que estar haciendo mal.
No sé si hay algo que sienta como verdadero;
o si en cambio todo me golpea
con la fiereza de una despedida voraz.

No sé si todo es el mundo o si el mundo es nada.
Si quiero que la vida me pertenezca;
o a la esencia escurridiza y revuelta ,
que se enciende en cada reflejo de un sol de cristal,
estar atada de pies a cabeza.


jueves, 1 de enero de 2015

Nunca fui verdad.

Ahora no puedo soportar que me dejes sola;
no cuando yo soy la primera que lo he hecho,
no cuando ya no estoy,
cuando mis manos apesadumbradas caen sobre mi regazo
mientras el silencio se adentra,
mientras tus ojos (o los míos) me piden clemencia,
mientras el sol hace tiempo que se escondió.

Y es saberte imperceptible,
Estar segura de tu ya perenne inseguridad,
de tus pensamientos arraigados a las cenizas de mis manos.
Y ya no te pido un abrazo, amor.
Ya tu calor no me hace resurgir
No porque la pureza de mis emociones se extinga,
sino porque soy yo la que no puede abrazarse,
soy yo la que no puede devolverte la calidez,
porque ya no tengo brazos,
Tal vez me los arranqué.

Y me pesa más la conciencia que la experiencia,
y los años no cicatrizan en mi espíritu,
y no sabes, cielo, cómo sienta no tenerse.

Los ropajes se consumieron,
Yo misma los quemé con la hiel de mi aliento.
Ya no me quedan fachadas, amor.
Las máscaras han desaparecido,
Las ha raído el viento,
Se las ha llevado a donde él mismo desconoce.
Sí, adivina, estoy hablando de mí,
de la incertidumbre que arrastran mis talones.

Ya no me quedan fachadas con las que tropezar,
Ahora sólo quedan las miradas perdidas que tanto taché,
Los monstruos de los que tanto me reí,
La soledad que tanto rechacé, con la que tan cruel fui.
Y la ayudé a despedazar su propio cuerpo,
En un ataque de suicida salvación
Y así poco a poco me voy deshaciendo.

Cómo explicar que esa pérdida de vida
Esas arrugas marchitas por los recuerdos,
Esos retazos de sueños;
yo los curé, yo los mimé,
Yo los desprecié,
pero siempre en otros.

Y esas nubes de polvo que ciegan parecen de ensueño,
Y el suelo tan cercano a mi nariz me está golpeando,
Pero hace tiempo que mi cúpula se encerró
Aunque creo, en el fondo, que ni si quiera estoy dentro,
Que entre las marcadas arrugas de mi interior
me olvidé las llaves dentro de mi cajón,
mientras esperaba alzar un estrepitoso vuelo.

Y estoy exhausta de sentir que nada es comprensible,
que absolutamente nadie puede entender
Cuando sé de sobra que tampoco he dejado translucir,
Que mi entereza es un absurdo revólver de misterio
Que dispara única y exclusivamente al letargo de mi consciencia,
Y yo caigo revenida,
Y me visto con las sombras, las invito a bailar
Y no hay pista de baile más comprimida
Que mis lágrimas en este mar de sal.

Amor, ya no puedo quererte,
ya no estoy.
Espero que lo entiendas, porque yo no sé hacerlo.
¿Juegas conmigo? ¿Me arañas a palabras?
¿Me describirías?
Porque lo que en realidad me da miedo aceptar,
lo que no sería capaz de conocer,
Es saber que si no estoy, es porque nunca existí,
porque como todo al final,
nunca conseguí ser de verdad.

-

Ya sabes, amor.
Querer y perder cruzan de la mano
por esta senda de espinas y rosas.
Quererte es quererme
Perderte es perderme,
perderme te pierde,
quererme me ciega.
¿Y no es, acaso, el amor también ciego?
¿Y no es el amor encontrarse?
¿No son tus labios el veneno de la perdición?
Son nuestros suspiros los que en el puente
llenos de labia y agonía,
del temor del agua fría
habrán de cruzarse.



El camino es tu pelo revuelto al amanecer (rescatando viejos recuerdos de viejos cuadernos).

Arrancando calendarios y abriendo las cortinas. Arrancándote besos, y abriendo las puertas de un alma menos marchita. Ahora recojo la mesa de camilla; el sol de mis pupilas ya arde en mi interior, ya descongela mis manos rajadas y frías. El crujido mis pies ya no es del gélido invierno, sino del trecho de madera que hay hasta tu cama (la nuestra), que recorro en brazos de esta nueva esperanza que me embriaga y me sorprende, que me alucina y en mí misma me desenvuelve.
Ahora mi saliva sólo tiene el regusto a limón que dejan tus infusiones, y a la miel de tus mullidos labios al despertar. Despertar de un sueño hacia un ensueño, vivo y muero al mismo tiempo en una pesadilla que ya se hizo irreal.
Sólo me queda explicarte que mi definición de vida ha cambiado. Me queda el apartado más difícil antes del punto final: hacerte entender que mis ojos se cierran porque no los necesito para ver; hacerte comprender que el sentido del tacto se queda en mis dedos rozando la línea prominente de tu espalda, sólo por verte suspirar.

Agujeros negros: bombas de fuerza y niñez

Agujeros negros cubiertos de unos recuerdos que nos delimitan y determinan. Errantes pozos sin fondo que absorben y son conscientes de que podrían no dejar de hacerlo, que con cada estela que los conforma podrían crear un mundo único y singular.
Y así somos, y así nos vamos formando. Voy guardando cada mariposa que surge voladora de las sonrisas que se desperdigan, cada destello que el sol infunde en tus lágrimas cristalinas; y nunca me lleno, y nunca me sacio.
Y nunca diréis que me canso, porque la fuerza que acumulamos estallará, formando con nuestros pedazos una estrella blanca sin igual.