Me apena este desapego. Esta sensación de que la cordura y la decepción viajan de la mano pise donde pise, y vaya donde vaya.
Veo momentos de crueldad pasando entre nuestros ojos. Caminando entre nosotros los viandantes, ignorados por una multitud gris y amarga. Son como ese aliento frío y punzante que se encuentra en la culpabilidad, y en la muerte prematura que el médico no puede revertir. En el desaliento de lo que no pudo ser.
Ahí están, los veo.
Recuerdos, miradas, lágrimas... corren tras nuestra como un alma hueca y herrumbrosa que con astucia intentamos olvidar, aunque enlentece nuestros sentimientos, los viola y los hiela.
Siento el hueco en las palabras, siento el miedo en los hechos. Miedo a dejar de reaccionar a la injusticia, y miedo por dejar que la misma nos inunde y no sepamos cómo deshacernos de ella.
Nos hemos acostumbrado a ese vacío de la apatía y el inmovilismo empático. Nos movemos erráticos y con pesadumbre, por más que intentemos llenar de vitalidad nuestros pasos. Pero la carga detrás es más grande que la autocompasión y la mentira. Siempre lo fue.
Nos miro y sólo veo una profunda tristeza autoafligida para acabar con la tristeza exterior. Nos llevamos un peso mayor, una piedra de Sísifo más grande, por tratar de, paradójicamente, no soportar ese yugo, ese abuso social que se alimenta de nuestra incapacidad. Pero la culpabilidad siempre nos estará acechando como muerte tras la esquina, en la pesadilla donde el tiempo se paraliza y sólo podemos mirarnos a nosotros mismos, como si fuéramos espejo. Y llorar desconsoladamente, por no haber podido seguir (ni tan si quiera conocer) nuestros propios deseos.
Nos hemos acostumbrado a la imposibilidad, nos han hecho creer que la resignación debe de ser la remesa del día a día; y que adaptarse consiste en sonreir sin motivo para adornar y tapar la negrura. Somos la arruga maliciosa que aparece incluso con maquillaje, el tinte barato que tras el enjuague se desprende.
Anhelo volver a atreverme, a escribir. Aunque, sobre todo, anhelo creer que todas estas energías pueden llegar a servir. Quisiera acabar con esta desesperanza que me consume, y a todos nos paraliza.
Vivir sin sentir sería un sin sentido
"Sé el cambio que quieres ver en el mundo"
Pequeñas pinceladas literarias de rápido consumo
sábado, 3 de noviembre de 2018
lunes, 29 de octubre de 2018
desconcierto
Me recuerdas al tiempo
a las calles siempre permanentes
a las miradas inequívocas
a la frivolez similar y calor inherente
al dèja vu de las épocas
que te deja sensación de pausa
pero a la vez mirando atrás
girando al pasado
se advierte la suma continua
eres esa espiral de cambio
que tienes que minuciosamente desgranar
para verla florecer
y sólida crecer sin espinas
porque tiene sonidos parecidos
melodía desgastada por los años
pero notas distintas
Te veo y te siento
tan cálido en tu piel como de costumbre
tan inmenso
como la ignorancia de tu belleza
tan suave
que no te distingo de los sueños
hasta que tus manos me desvelan
pero de repente te veo gris
y no sé donde lo he visto antes
pero no es en tus ojos
ni en la fuerza que te envuelve
ni en la paz que me rodea
y un miedo que desconozco
de mis labios se apodera
Me recuerdas al tiempo
porque cuanto más te siento
más conocido te apareces
y menos familiar me haces sentir
viernes, 7 de septiembre de 2018
Valkiria
Mis caricias parecen suspiros
esperando el despertar de tus manos
el brillo de tus ojos
el aroma de lo antiguo
me envuelvo en la sed insaciable
que busca continuamente el regreso
la mirada estancada en la memoria
y unos ingredientes que no hallo
salvo en mis sueños
Soñé que viajaba en tu espalda
al tiempo remoto de la batalla
donde tus labios eran escudos
y los míos eran espadas
y corríamos juntos en la guerra
sabiéndonos pronto en el Valhalla
Porque nuestro amor siempre fue así
lleno de fuerza, de gracia y de rabia
pero no exhausta de odio
sino envuelta en las llamas del deseo
y cuidada por nuestro ansia
y tengo tu luz clavada
entre las estacas y el dolor de tenerte
sucio y mugriento de ceniza
sintiéndome vacía de quererte
y perdida de amarte
esperando el despertar de tus manos
el brillo de tus ojos
el aroma de lo antiguo
me envuelvo en la sed insaciable
que busca continuamente el regreso
la mirada estancada en la memoria
y unos ingredientes que no hallo
salvo en mis sueños
Soñé que viajaba en tu espalda
al tiempo remoto de la batalla
donde tus labios eran escudos
y los míos eran espadas
y corríamos juntos en la guerra
sabiéndonos pronto en el Valhalla
Porque nuestro amor siempre fue así
lleno de fuerza, de gracia y de rabia
pero no exhausta de odio
sino envuelta en las llamas del deseo
y cuidada por nuestro ansia
y tengo tu luz clavada
entre las estacas y el dolor de tenerte
sucio y mugriento de ceniza
sintiéndome vacía de quererte
y perdida de amarte
lunes, 16 de julio de 2018
Eliaga
Y no será el amor
las notas de tu voz en mi interior,
el despertar de la magia
que ya no sé si emana de mi,
o de tu viva gracia.
No es amor lo que leí,
lo que me hicieron creer;
el ayer se torna lejano, confuso,
ahora sé que no tengo elección,
no me rendiré sin tener
los pájaros de tu cabeza
en mi corazón,
no me rendiré sin sentir
que pude verte una vez más,
y quitarme los velos,
y quedarme sin respiración.
Dicen que la música pertenece
a quien la lleva en la sangre,
en las venas;
yo digo que mis manos
solo saben tocar la melodía
que llevas en los ojos
y cantas con los labios.
martes, 23 de enero de 2018
Luces
Aun con miedo de asustarte,
miedo de ver el miedo:
reflejo punzante de mis pupilas,
miedo de ver a la intensidad callarte,
miedo de ser demasiado yo
contigo y conmigo,
de que mis cicatrices te sangren
al ser de ellas irremediable
y casual testigo.
Aun con la terrible certeza
de no ver todos tus atardeceres,
ni ser responsable ni fruto
de tus mañanas
y continuos suspiros:
amaneceres,
de tus sueños al cerrar los ojos,
del soñar despierto de tus libros,
de la luz de tu risa en los míos,
de la eléctrica sensación de tus besos
rozando el desequilibrio.
Porque es eso lo que irremediable
e ineroxable
tiene esta locura de quererte;
son tus acciones cotidianas,
tus noches en vela,
el calor de tus sábanas por la mañana,
tus pequeños vicios,
los míos distintos en consonancia,
la sutil y radiante energía
de tus deseos,
el rancio hedor y vacío
de tus desiertos,
es que hasta la música se hace mejor
con tus silencios.
Y no le escribo a iluminados
ni a tortuosos demonios,
a bienaventurados dioses;
no necesito complejas metáforas
ni la exaltación de la mentira,
ni si quiera cuentos de hadas,
me conformo con el arte
que tenemos al tocarnos,
que tenemos al mirarnos,
que tenemos al ser libres
juntos y por separado,
que tenemos al no necesitarnos
pero elegirnos a toda costa.
Me conformo con la eternidad
del segundo en tu espalda.
miedo de ver el miedo:
reflejo punzante de mis pupilas,
miedo de ver a la intensidad callarte,
miedo de ser demasiado yo
contigo y conmigo,
de que mis cicatrices te sangren
al ser de ellas irremediable
y casual testigo.
Aun con la terrible certeza
de no ver todos tus atardeceres,
ni ser responsable ni fruto
de tus mañanas
y continuos suspiros:
amaneceres,
de tus sueños al cerrar los ojos,
del soñar despierto de tus libros,
de la luz de tu risa en los míos,
de la eléctrica sensación de tus besos
rozando el desequilibrio.
Porque es eso lo que irremediable
e ineroxable
tiene esta locura de quererte;
son tus acciones cotidianas,
tus noches en vela,
el calor de tus sábanas por la mañana,
tus pequeños vicios,
los míos distintos en consonancia,
la sutil y radiante energía
de tus deseos,
el rancio hedor y vacío
de tus desiertos,
es que hasta la música se hace mejor
con tus silencios.
Y no le escribo a iluminados
ni a tortuosos demonios,
a bienaventurados dioses;
no necesito complejas metáforas
ni la exaltación de la mentira,
ni si quiera cuentos de hadas,
me conformo con el arte
que tenemos al tocarnos,
que tenemos al mirarnos,
que tenemos al ser libres
juntos y por separado,
que tenemos al no necesitarnos
pero elegirnos a toda costa.
Me conformo con la eternidad
del segundo en tu espalda.
viernes, 12 de enero de 2018
soledad
Qué duro se vuelven tus ojos cuando te clavan la mirada
dentro de las costillas, te miran fijamente
te ven
qué duro ir negando lo indecible
lo irremediable
y recorrer angostas calles por estar perdida
qué duro no saber reconocerse
porque un día dibujaste en el espejo
un retrato de viejos y angostos fantasmas
de enterrados deseos
ese retrato que te hiciste como recordatorio
y que reinterpretaste como tu semblante
qué duro
qué amargo huir(te) del vacío y de lo lleno
uno por lo oscuro, lo otro por la luz
uno por el miedo, otro por chocar
con tus cristales,
parar a mirarte y (a)sentirte completa
qué difícil vivirse sin conocerse
qué difícil conocerse sin perdonarse
dentro de las costillas, te miran fijamente
te ven
qué duro ir negando lo indecible
lo irremediable
y recorrer angostas calles por estar perdida
qué duro no saber reconocerse
porque un día dibujaste en el espejo
un retrato de viejos y angostos fantasmas
de enterrados deseos
ese retrato que te hiciste como recordatorio
y que reinterpretaste como tu semblante
qué duro
qué amargo huir(te) del vacío y de lo lleno
uno por lo oscuro, lo otro por la luz
uno por el miedo, otro por chocar
con tus cristales,
parar a mirarte y (a)sentirte completa
qué difícil vivirse sin conocerse
qué difícil conocerse sin perdonarse
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