El punto de luz se desvanecía entre murmullos que no querían, que no debían ser escuchados. El fuego se consumía entre el ruido de los recuerdos golpeando la nimia esfera cristalizada que era mi hogar. Mi refugio, mi soporte, mi caballo de Troya. Mi enredadera de pana, mi licor aullante, mi puñal de rosas.
Todo queda englobado en el círculo. Se aleja por las calles, camina rápido y tenso entre el redil de colillas mutiladas, entre suspiros de mar ahogados en cascadas de lágrimas. Sus gritos eran veneno, eran la mutilación de la esperanza, el revivir del absurdo estar sin estar.
No te has marchado, aún puedo seguirte el rastro de pisadas sin destino. No has desaparecido, y ya te echo en falta.
Por cosas como estas que escribes me siento afortunada de conocerte, más aún ser capaz de conocer facetas de ti que sin el blog seguramente no podría llegar a apreciar, matices que se escoden entre líneas.
ResponderEliminarEscribir da tanta libertad y tanta calma. Me gustaría poder escribirte un comentario elocuente y tremendamente interesante, lamentablemente mi prosa no es aún lo suficientemente hábil como para expresar lo que siento al tiempo que resultar interesante.
Quiero más líneas tuyas
Sabes que eso no es cierto, creo que te he comentado lo interesante que resulta la ilusión que pones ante ciertas cosas que son de algún modo cotidianas; leer, escribir, la música, la pintura... de hecho, no te percatas de ello, lo que lo hace parecer aún más atractivo.
EliminarTengo muchos exámenes, y no tengo tiempo para dedicarme a escribir, pero prometo escribir siempre que la inspiración me visite :)