Miro al infinito y él me mira,
anuncia su esperada llegada;
con el ocaso se despide,
con el ocaso de su amada.
Miro al infinito,
y me devuelve la mirada.
Mirada roja, amarilla seda;
violeta y perdida su alma.
Qué triste anda el infinito,
qué fugacidad en sus alas,
qué amargas sus penas,
qué secas sus lágrimas.
Miro al infinito,
y con ojos cerrados aguarda,
a que le sorprenda la vida,
a la mirada adecuada.
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