Vivir sin sentir sería un sin sentido

"Sé el cambio que quieres ver en el mundo"


Pequeñas pinceladas literarias de rápido consumo


domingo, 7 de junio de 2015

Y tengo que decirle adiós

Y tengo que decirle adiós,
A la turbia hiel de mis labios;
a las mañanas de (tu) luz,
que acarician tus trémulos brazos.
A las noches de copos de nieve,
en la desesperanza de la calles
de un otoño de marfil.

Y tengo que decirle adiós,
Al oscuro cisne que se revuelve,
a las brechas entre huídas,
a lo que mi ausencia no resuelve,
a lágrimas desencajadas,
a la imposibilidad.
Y de nuevo adiós a los otoños,
a nuestros veranos otoñales;
a tu sonrisa desencajada (que también es mía),
a una espiral que el tiempo
debe derruir con sus alambres.

Pero en el amargor de las despedidas
emergen luces que se deslizan,
que se desdoblan de entre agonías,
que apuestan por las bienvenidas.

Porque en la seguridad de la sabiduría,
que aun escasa con destellos permanece;
sé que mis buenos días los escribe,
la voluntad que en todos acontece.
Y aunque de hierro no sean
ni se conformen sus sinsabores,
se alza con ese material inmaterial
que en todos jamás perece;
uno que sin gozar de esa rigidez,
sin esa fuerza que reside
en los ferrosos brazos de metal,
siempre permanece;
frágil y moldeable cristal,
que nunca se derrite,
ni fuego desintegra;
que para ver sus ojos apagarse,
la tangible y corpórea muerte
en tus manos ha de entrelazarse.

Y esa es mi esperanza.
Y ese onírico sueño,
en mi siniestra vigilia,
con destreza me acompaña.

Y con todo lo que me rodea;
ya no sé si de la mano,
o tal vez a cuestas,
me despido para emerger,
de cenizas vomitadas resurgir,
me sumerjo para no descender,
me encierro para salir;
porque a veces ser no basta,
ya, amor, no basta así.

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