lunes, 2 de junio de 2014
Todos somos todo
Y así es como caminamos; dando vueltas, trazando sombras, desgranando dudas que desenvuelven otras más perspicaces, más recónditas pero no por ello más irreales. Y así me sumo en este bucle, en esta nube dueña de mi ser; que me conduce hacia el ocaso, que me guía, me transporta. Dime tú; romántico escondido, modernista agazapado, contemporáneo por convicción; ¿Acaso has podido resolver aquellas preguntas de otros tiempos, de otras generaciones, que tan atrás en el olvido quedaron? ¿Qué es el hombre, idealista acurrucado? ¿Cómo definir la naturaleza, presocrático engañado y oprimido? ¿Es posible que las vayamos arrastrando a cuestas, que nuestras perspectivas no absolutas nos acompañen hasta el fin de nuestros días de incertidumbre? Maraña de pensamientos, cúmulo de esencias y de emociones transcritos a la palabra. Somos caracoles de la existencia, y nuestra casa, nuestro refugio de dudas, cada vez se hace más inmenso. ¿Será, a su vez, más acogedor?
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Estas convirtiéndote en una amalgama de romanticismo moderno vital realmente interesante. Las dudas no creo que sean una casa acogedora, creo que la creencia inamovible es la que realmente nos protege del exterior. La duda es sobrecogedora, pero inmensamente divertida si nos dejamos llevar. Es una corriente que nos arrastra, pero que nos ahoga si intentamos combatirla y no dejamos que nos lleve hacia algún lugar. Es el miedo a que no nos lleve a ninguna parte, que termine en una cascada demasiado brusca para nosotros, pero también puede llevarnos a un tranquilo lago o al desconocido mar.
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