Un cubículo. Estrecho, mortífero. Oprime con fuerza desgarradora mi alma incandescente, mi guinda peculiar que eclosiona con un ambiente turbado y denso.
Descanso sobre un olmo viejo. Antiguos aromas, pulidos y refrescantes, se agolpan en mi subconsciente. Me avasallan fervientemente, mi espíritu hierve impecable. Jazmín, fresas, y un toque de lavanda que salvaría del ocaso a cualquier errante perdido en un desierto de emociones.
Habitáculos de bolsillo, besos de despedida, cartas de arena meciéndose en el viento. Descanso sobre un olmo viejo, él no quiere guiarme, él me deja dormir.
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