Vivir sin sentir sería un sin sentido

"Sé el cambio que quieres ver en el mundo"


Pequeñas pinceladas literarias de rápido consumo


viernes, 23 de enero de 2015

Después de todo, el viento sigue siendo viento, y la marea sigue trayendo retazos de arena que acariciaban nuestros pies.
Después de todo, al final; hay cosas que sin cambiar, están bien como están. Sin que el transcurso de los hechos varíe en un ápice. Sin que la esencia del recuerdo se vea modificada, estrangulada por la niebla de los días.
Sin que las gotas de rocío limpien las lágrimas exhumadas de nuestras mejillas.
Porque son necesarias. Porque son el tinte de la creación, la mágia del despertar.
Amanecer absurdo que se enciende, luz que se extiende por mis dedos haciéndome cosquillas, revólver de incertidumbre que no cesa, que no cansa, que no deja de nacer.
¿Y ahora qué es lo que me deparas?
¿Qué incinerarás; qué clase de nueva pupila clavarás en mi entender?

1 comentario:

  1. El silencio es la cadena estática que más resuena. Tengo miedo del silencio. Lo busco, aun así, como la polilla a la luz. En el silencio estás tú, estamos los dos, abrazados de nuevo.

    El resto del mundo no está en silencio. Son ruidosas líneas púrpuras, azules, rosadas, de neón. Son tangibles. Son vibrantes gotas de arena en un torbellino de...

    Nosotros estábamos en... Ahora tengo apego del silencio. Después de todo, sigue siendo lo único que compartiré hasta que decida volver a callar. Después de todo, quizás no desee que desaparezca. Es la reminiscencia de los girasoles sin luz. El recuerdo de algo vivo sucio como las lágrimas exhumadas de nuestras mejillas.

    Eres necesario, silencio. Eres la tinta del retablo en blanco. Y porque eres amanecer cuando -caen los astros a lo lejos,- cuando -el viento en la noche gira en el cielo y canta- eres más absurdo e incineras también en mis pupilas.

    Estás ahí. Callado, frente a mí, todas las noches. Me recuerdas que antes fui un lugar donde ahora no deseo morir; una costa de agua fría y punzante que el viento difumina cada día más y más hasta que, algún día, si tú me lo permites, desaparezca.

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