Toda palabra que de mi boca se teje,
a ti llega en forma de gracia difusa,
de aliento exhausto
o sin aliento vivaz
y cálido,
para morir yo detrás de su estela
y regalarte la tinta de mis vísceras,
y la sangre que me queda.
No dudes encanto,
que hasta la palabra más apacible
y la coma más pausada,
desploman ambas su peso
despacio,
para verme en ti desplomada.
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