He roto la promesa
que le hice a tus labios
de no romperme cuando no me tocasen.
Lo siento,
No me dan igual esas manos
que se unen (¿las ves?);
las nuestras,
que se otorgan esa calidez
a tan solo un palmo.
Perdóname, me hundo;
pero ese roce que para ti es caricia
para mí es un mundo.
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